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Cuando la televisión por cable llegó fue un alivio. Ya no había solo cuatro o cinco canales nacionales o regionales, que limitaban la globalización de los contenidos. Quien tenía acceso a canales internacionales habría instalado una antena parabólica gigantesca sobre su casa.

Los tiempos cambiaron y las tecnologías mejoraron, y siguen avanzando. Luego la televisión por cable se fue ajustando a las realidades hasta que hoy es normal hablar del servicio digital.

Se suele llegar a casa y encender la televisión, pasar canales, ver la información de cada uno, cambiar el idioma, colocar uno de música, disfrutar una imagen de calidad, y recostarse a ver el programa favorito.

Son ventajas del servicio digital de televisión por cable, casi imperceptibles para la audiencia, que se centra más en ver la pequeña pantalla que lo que pasa tras ella.

También ofrece la posibilidad de interactuar. Una de las formas más básicas de esto son los canales “pay per view”. Se cancela un importe adicional para ver un programa específico por un tiempo limitado. Como ir a la videotienda en los años 90 y alquilar una película, pero sin salir de casa. Y todo en video de alta resolución, con imágenes de calidad.

Ahora, con la era digital, hay más canales, de gran calidad, guía de programación y control parental.

El avance al servicio digital de televisión por cable también acabó con la práctica de robo de la señal, que permite la señal análoga, pero no la digital, porque se trata de señales codificadas. No existe peligro que algún vecino se enganche a la señal de manera fraudulenta.